Si algo he aprendido en mi visita a la COP25 es que el mundo se está disociando.
Las administraciones y altas instituciones europeas hace tiempo que están preparadas para el cambio de modelo hacia uno que luche contra el cambio climático y la injusticia climática. No lo están tanto sus gobiernos, pero finalmente creo que serán las naciones europeas quienes lideren el cambio. Algunas otras sociedades y países se unirán a este movimiento, pero no lo harán todos.
Ya hemos podido contemplar el posicionamiento de ciertos gobiernos, como el de Brasil, o el de EEUU, India, China y Rusia, los cuales por activa o por pasiva han provocado que la COP25 quede en poco más que un mero desiderátum.
No todos estos países se mantendrán mucho tiempo en esa posición, pero sí se ve claramente una polarización mundial, la sucesora de la vivida décadas atrás entre los países capitalistas y el bloque comunista.
“Las naciones europeas liderarán un bloque enfrentado al de los países no proactivos en lo que será una nueva polarización mundial”
Pero esta nueva polarización tiene una particularidad perversa: la dualidad moral. En la confrontación capitalismo vs comunismo se mantuvieron dos mundos separados, en los que las empresas pertenecían a uno u otro, o eran empresas capitalistas o eran empresas creadas por el universo comunista.
En nuestro nuevo mundo, con cientos de empresas transnacionales, ¿qué harán estas empresas? Las sociedades prolucha climática demandan cambios profundos en la filosofía empresarial ¿las aplicarán sólo en los países proclives al cambio de modelo? Sin duda van a estar sometidas a un complicado equilibrio, pues no sólo deben contentar a los gobiernos, sino también a la población.
Y aquí viene la ampliación de esta perversión, esta vez a las personas. Por mucho que un gobierno se decante por estar en un lado u otro del tablero habrá un porcentaje, en ocasiones elevado, de habitantes contrarios a este posicionamiento.
“Dentro de un país habrá personas (y empresas) contrarios al posicionamiento en el tablero mundial”
Por supuesto esta disconformidad también se podía vivir en la dualidad capitalismo-comunismo, pero en esta ocasión hay una profunda diferencia: cada cual puede vivir conforme a su convencimiento.
De esta manera nos enfrentamos a una era con un nuevo dualismo, pero en esta ocasión será un “dualismo flotante”, puesto que al depender de las tendencias de la población tanto gobiernos como empresas “flotarán” en el tablero posicionándose en uno o en otro lado, e incluso en ocasiones en posiciones intermedias, a lo largo del tiempo.
“El nuevo dualismo mundial será flotante y deslocalizado”
Esta deslocalización geográfica de los bloques enfrentados, con la ayuda de las nuevas tecnologías, conformará una unidad social mundial que, quien sabe, podría ser el preludio de una globalización ideológica, una concepción global de la especie, en esencia del nacimiento del Homo Consciens.