Un lema sobre el que ya traté en nuestro programa de radio del día 28 de enero y que parecen haber olvidado los gobernantes de las ciudades que están legislando en contra de ellas, como es el caso de Burgos.
Hace aproximadamente un siglo los vehículos a motor irrumpieron en las ciudades de Europa y América del Norte.
En aquella época, los viandantes ocupaban tanto las aceras como la calzada y al llegar el extraño visitante no era raro ver atropellos, por lo que incluso se llegó a la obligatoriedad de que una persona precediese a cada vehículo motorizado tocando un silbato.
Poco a poco los vehículos a motor consiguieron la hegemonía de las calzadas, máxime a medida que aumentaba su velocidad y su peso, y hoy por hoy todos tenemos clara tal distinción: los vehículos a motor por la calzada y los peatones por las aceras.
Pero hemos entrado en otra época en la que de nuevo se pone en cuestión el espacio de cada uno. En este caso por la proliferación de bicicletas y otros medios de movilidad personal.
La costumbre marcada durante décadas ha dejado su impronta y ahora a muchos viandantes les resulta molesto compartir el acerado con otros vehículos (ver aquí el caso de Vitoria), aunque estos sean mucho más ligeros y lentos que los coches.
La respuesta de muchas autoridades está siendo la de expulsar a los vehículos de movilidad personal a las calzadas, lo cual tiene la misma lógica que hubiera tenido el obligar a los paseantes de principios del siglo XX a circular por la carretera junto a los coches, pues la diferencia de velocidad entre el peatón y el coche de entonces es comparable a la existente entre los vehículos de movilidad personal y los coches actuales.
Es sin duda un sinsentido y supone poner en riesgo a todos estos usuarios que no hacen sino beneficiar a toda la sociedad usando un medio respetuoso con el Medio Ambiente y mucho menos peligroso para los peatones que el coche.
El uso de bicicletas, patinetes, Seg Ways, etc nos beneficia a todos y muy en particular a los viandantes y conductores (sí, también ellos se benefician de menos tráfico, más plazas de aparcamiento libre,…) sería justo llegar a una solución que no fuera perjudicial para ellos.
Y la solución lógica sería usar la misma que en aquel primer reparto de la ciudad: atender a criterios de velocidad. Los coches deberían bajar su velocidad donde cohabiten con los ciclos y estos a su vez hacer lo mismo en las zonas que compartan con peatones. Esto de hecho ya se viene haciendo desde hace años con éxito en las calles semipeatonales donde los vehículos a motor se mueven junto a las personas.
Una nueva movilidad es posible…pero cada cual debe aportar un poquito.