La sociedad “civil” española, bien sea confinada en sus hogares o ejerciendo sus trabajos esenciales, así como los ayuntamientos, hemos demostrado saber llevar a cabo a la perfección las responsabilidades que el gobierno central nos encomendó para gestionar la crisis derivada del COVID 19. Un papel realizado con semejante seriedad, poniendo el bien común por delante de los intereses económicos, laborales e, incluso, la salud de cada uno, bien podía merecer que se ponga en las manos de los mismos actores la ejecución del otro gran reto que tenemos por delante: la transición ecológica.
Entre tanto, durante este Estado de Alarma, se cumplía el plazo en el que nuestro gobierno tenía para remitir a la Comisión Europea el segundo borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), lo cual hizo a finales de marzo. Y en este plan hay diversos puntos en los que la población y gobiernos locales tenemos mucho que decir y que, además, se fijan como prioritarios en las directivas europeas de los últimos años.
El primero de ellos sería el correspondiente a la mejora de la eficiencia energética, punto en el que la rehabilitación de edificios residenciales y municipales es esencial. Ningún plan que pretenda un sistema energético sostenible podría empezar por un punto diferente de este.
El segundo es el correspondiente a conseguir una red eléctrica con generación distribuida (por contra de la centralizada dominante en la actualidad), con plantas de producción pequeñas y medianas, cercanas al consumo y en la que los consumidores sean actores, con gestión inteligente de la demanda, autoproducción, almacenamiento,…en fin, una smart grid donde la cercanía entre la producción y el consumo nos permita un sistema más rentable, sostenible y acorde con los objetivos de la transición ecológica.
Y el tercero es el de la reforestación. Pues los bosques no sólo suponen un sumidero de CO2 que nos permite disminuir su concentración en la atmósfera sino que, además nos ayudarán a regular los cambios previstos en nuestro clima en las próximas décadas.
A la espera quedamos de que el gobierno sepa valorar esa entrega y capacidad demostradas y que ponga en manos de quienes deben ser los protagonistas de la transición: la ciudadanía, desde los habitantes de las grandes urbes a los de las zonas rurales. Lejos vemos este paso dado que de momento la transición se está basando en el mismo modelo centralista de grandes inversiones que no deja de ser el modelo de saqueo anterior pero con otras energías y que los 3 puntos del PNIEC expuestos más arriba quedan prácticamente sin dotación ni implementación…pero no perderemos esperanza.
Una transición de simple cambio de energías no nos servirá de nada, necesitamos una transición con un cambio de modelo.