El «efecto plató».

A veces tenemos determinado comportamiento, que queda casi desapercibido, y del que deberíamos aprender. Saber identificarlo y encontrar alternativas nos hará más conscientes y ayudaremos a nuestro planeta. Yo lo he bautizado como “Efecto Plató”.

Para explicarlo utilizaré un programa que me encanta y cuyos artífices admiro: “El Hormiguero”. Estamos acostumbrados a ver al presentador, Pablo Motos, en ocasiones solo, pareciendo que él lo hace todo. Pero realmente detrás (o mejor dicho, delante) de él hay toda una compañía trabajando para que todo salga bien, no sólo en ese momento sino muchas horas antes. Lo mismo sucede con la energía o los recursos que usamos, detrás de cada vatio y producto hay miles de personas que trabajan para que llegue desde su lugar de extracción hasta el punto de consumo.

Pero para entender el efecto plató debemos fijarnos en cuando el presentador necesita algo o se va a realizar un juego o exhibición. Si Pablo necesita coger algo, quitarse la chaqueta o ponerse un casco de repente aparece gente por todas partes que le quita, le pone, le coloca, a él, a los invitados,…no tienen ni que moverse, tienen todo a su servicio. Está completamente justificado porque es un programa de televisión pero todos estaremos de acuerdo en que en la vida real hay una manera de hacer lo mismo de forma más natural y lógica. Sin embargo  a veces realizamos actos como si fuéramos un presentador estrella, nuestra vida un programa de televisión y todo gira en torno nuestro. Suelen ser además actos que realmente tienen un beneficio nulo para nosotros y los demás pero que son negativos para el planeta. Ese es el “efecto plató” al que me refiero.

Lo ilustraré con un ejemplo. Quizás haya tenido la suerte de vivir un cumpleaños infantil. Los niños están jugando, llega la hora de la merienda, la comida está preparada, la bebida servida (muchas veces en vasos desechables), se llama a los niños y estos llegan corriendo a la mesa, hambrientos y sedientos, casi desesperados, y algún adulto dice la frase mágica: “¿¿quién quiere una pajita para bebeeeer??” no ha acabado de formular la pregunta y ya se pueden oír por todos los costados de la mesa unas vocecillas diciendo. “¡yo!, ¡yo!, y yo, ¡yo también!,…” Los niños se beben su vaso, cogen su sándwich y se vuelven a marchar a jugar. El uso de las pajitas ha durado tan sólo unos segundos. Pero no sólo eso, ha cumplido una función sin valor, pues cualquier niño sano podría haber bebido directamente del vaso sin necesidad de usar una pajita, o sea, de una forma más natural y lógica. Esto es un ejemplo del efecto plató.

Desde el pozo donde se extrajo el petróleo, los oleoductos, los puertos, los barcos, las refinerías, camiones, carreteras, fábricas, cadena de suministro,…miles de personas y muchos recursos se pusieron a su disposición para… nada o casi nada. Y lo que es peor, muy probablemente las pajitas acaben en la basura mezclada con la comida, o sea, irreciclable. En vez de haber dado un uso útil a ese plástico se le dio un uso inútil. Es un plástico que ya nunca podrá volver a servirnos.

Todos nos merecemos sentirnos una estrella, pero hacerlo a costa del Medio Ambiente no parece la manera la honrosa de conseguirlo.

Evitar el Efecto Plató quizás no suponga un efecto muy importante sobre los recursos y la energía empleados, pero sí que nos puede ayudar a ser más conscientes saber identificarlo y proponer una alternativa natural y lógica. Juguemos a ello, pongamos ejemplos de efectos plató. Para ayudar un poco pondré yo un par de ellos más. Un ejemplo sería barrer una pelusa del suelo con una aspiradora (mientras se podría hacer casi sin recursos con una escoba o incluso sin ningún recurso, usando la propia mano). Otro ejemplo parecido sería barrer unas hojas del patio usando la manguera (para lo cual también podríamos haber usado la escoba o las manos).

¿Se te ocurre algún ejemplo más? Compártelo con nosotros en “comentarios”, seguro que nos ayuda a ser más conscientes y cuidar nuestro planeta.

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