Hacer mucho con muy poco.

Nuestras ciudades nos reclaman muchos avances, pero se puede hacer mucho con muy poco.

Entramos en la recta final de la campaña electoral en la que elegiremos a quienes llevarán las riendas de nuestros municipios los próximos 4 años.
Durante ese periodo parte del trabajo de nuestros gobernantes debería ser (así lo demanda la sociedad y la situación) hacer nuestras localidades más amables, más naturales y más sostenibles.

Este no es un tema nuevo, ya estaba en la agenda de las ciudades más punteras de nuestro país desde hace años y en el punto de mira de la mayoría del resto desde la sufrida pandemia de la COVID-19.
Pero aún nos queda mucho que aprender. Y si algo es útil en estos casos es echar un vistazo a lo que a los más adelantados les está funcionando.
En este sentido, hay muchos diferentes gestos que se están mostrando útiles y muchos de ellos con una característica común: se ejecutan con un presupuesto y afección al lugar mínimos.

Nuestras ciudades nos reclaman cambios y para muchas ciudades entramos en la legislatura donde más se ejecutarán.

Y es que sería muy cuestionable que, con la excusa de, por ejemplo, dar más espacio al peatón se ejecutara durante meses una obra de remodelación de todo un acerado que obtaculizase o hiciera complicado el paso para el peatón y la comodidad de los vecinos con ruidos, suciedad, etc.
Para evitar esto en muchas ciudades se realizan actuaciones con lo mínimo, pero con resultados óptimos. Tal es el caso de, por ejemplo, devolver espacio al peatón con elementos simples y movibles, como bancos o maceteros, que apenas se colocan en una mañana y sin obras. Otro caso que podemos mencionar es el uso de también elementos móviles, decorativos y, si puede ser, con otra utilidad añadida (maceteros, fuentes, sombrillas, bancos, elementos de juego,…) que tenga el cometido principal de aminorar la velocidad de los vehículos a motor en las calles. Otro caso muy común sería la implantación de un carril bici con la sola realización de su indicación con pintura en la vía pública, ya sea en la calzada o la acera, porque la bici (y el resto de los vehículos de movilidad personal) deben poder convivir con el coche y el peatón.

Con actuaciones sencillas e inteligentes se pueden conseguir efectos muy notables y útiles.

Y creo que también cabe señalar en este post, que para este último fin, la convivencia de los vehículos de movilidad personal (sobre todo la bici) con los coches y peatones, algunas ciudades están desregulando o relativizando su uso, permitiendo, por ejemplo, su paso en la dirección contraria a la del tráfico rodado o por aceras donde pueda circular junto a los peatones o que no tenga alternativa segura por la calzada.

Hay un par de lemas que creo que pueden facilitar la comprensión de cual puede ser el camino para hacer nuestras ciudades más amables y sostenibles en movilidad:
«Una bici más es un coche menos». Cuando nos convenzamos de esto nos daremos cuenta de que ampliando el uso de la bici estamos reduciendo drásticamente el riesgo de atropellos, por ejemplo.
«El coche debería servir para llevar a personas con determinada situación, transportar cosas o, simplemente para ir de un sitio a otro más cómodos, pero no para llegar antes». Idea que permitiría el uso de cualquier medio de movilidad personal de manera segura para todos los públicos en cualquier vía.

Desregular o relativizar el uso de la bici puede ayudar mucho, aunque en un principio pueda parecer que hay que hacer lo contrario.

Maceteros fácilmente movibles y unos simples tablones sirven para delimitar un espacio para el peatón y permitir sentarse.
Elementos móviles colocados de manera alternativa hacen que los coches circulen más despacio y dan otro uso para el viandante.
Dos líneas pintadas en el suelo y una señal suele ser más que suficiente para habilitar un nuevo carril bici.
¿Por qué no? en calles residenciales el hecho de que las bicis no respeten extrictamente las señales de circulación para los vehículos a motor no tiene por qué suponer un peligro, pero sí es una ventaja evidente. Desregular el uso de la bici y otros vehículos de movilidad personal puede ser bueno para todos.

Homoconsciens, por una transición eficaz, real y justa.

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